María
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Había sido clienta de esta tienda solidaria, tenían cositas bonitas y útiles a precios muy muy asequibles. El año pasado, por las circunstancias a las que todos nos vimos sometidos, pasé unos meses muy precarios en los que tuve que pedir ayuda a los SS, los cuales me ayudaron enviándome al Rebost de esta misma Fundación cada 15 días por alimentos. Un trato humano, cercano, maravilloso.
Más adelante, mi situación mejoró y ya podía sustentarme por mis propios medios.
Unos meses después, me vi obligada a mudarme de lugar y a simplificar, por lo que, como agradecimiento, decidí donar muchísimas pertenencias (prendas de ropa de calidad, libros, artículos de decoración, ropa de cama, bolsos, artículos de yoga, cosas de cocina, todo muy cuidado, en buen estado, bonito y algunos artículos de todo esto que he nombrado, de elevado coste, de cuando me lo podía permitir) a esta tienda solidaria de la misma Fundación, en un intento por “devolver” de alguna manera la ayuda que me habían prestado. Podía haberlo vendido, dejado en la calle … etc. pero me pareció un feedback adecuado, donarlo a ellos.
En ese momento, vivía en el Born muy cerca, así que iba llevando de a poquitos (grandes bolsas llenas) cada tarde desde mi casa, porque por el volumen y peso no podía llevarlo yo sola de una vez.
Una de las varias tardes que fui a llevar cosas, llevé, entre otros artículos, libros.
Al día siguiente, me inquieté un poco, porque a pesar de que había ojeado los libros para comprobar que no hubiese quedado algún papel con datos o información personal mía entre las páginas, llamé para pedir porfavor, que no los sacaran aún a la venta, ya que me pasaría esa misma tarde para volverlos a comprobar y así quedarme tranquila. La señora que me atendió, me dijo que se lo trasladaría a la compañera de por la tarde para que no los sacara a tienda, que no había ningún problema.
Cuando llego por la tarde y comento el motivo de mi visita, la señorita me dice que los ha sacado ya a la venta, que no se había dado cuenta de la nota que le había dejado su compañera, y solo había podido conservar en el almacén unos pocos sin sacar a tienda. Este detalle ya me generó una extraña sensación. Me invita a pasar dentro para que compruebe y ojee los pocos libros que había conseguido dejar dentro. Y además me dice que desde que ha comenzado su turno esa tarde, no ha venido muchos libros. Bien, compruebo los 4 que quedaban dentro, que no hubiese quedado algún papel con algún escrito mío por las páginas, y salgo a la tienda a mirar los que estaban ya expuestos para comprobarlos también. Me encuentro con que de todos los libros que yo había dejado, habían solamente como 3 o 4 en las estanterías. Más los 4 que tenían dentro. Recuerdo que ella me había dicho que no había vendido muchos.
Le pregunto entonces, dónde están el resto de libros … no me sabe dar una respuesta firme, concisa, transparente, clara … sus palabras eran vagas, difusas, confusas ….
En fin, sentí taaaanta desconfianza, decepción y tristeza, además de enfado por supuesto, que solo pude sacar mis propias conclusiones de lo que había podido “pasar” con muchas de esas cosas personales que yo había donado con tanto gusto y confianza y decirle que hablaría con la persona responsable. Algo que nunca llegué a hacer, porque supe sin saber, lo que ocurría ahí dentro de espaldas al público, porque intuía que nadie me iba a dar una respuesta clara de dónde estaban las cosas que faltaban y porque me dije a mi misma : mi conciencia está limpia y en paz. Yo hice lo que deseé hacer y a mi alma le hizo bien. La conciencia de ell@s, no es asunto mío.
Pero si quería dejar constancia de todo esto, para que quien lo lea, saque sus propias conclusiones.